Beloved Parishioners of St. Francis Xavier,
Since my arrival here at St. Francis Xavier now nearly four months ago, I have been asked to share a vision as I continue in my role as pastor and for us as a community.
A couple of visits I made in May during my sabbatical have helped me to focus my thoughts. I spent a week in Valle de Bravo in the state of Mexico with former parishioners who have a house there and extended family. Valle de Bravo is your typical small Mexican town: much noise, activity, bustle, charm, grit and grime. But most importantly, people. People everywhere and at all times: driving, walking, sweeping, eating, chatting. In a word: alive!
A few days later I visited a good friend in a beautiful gated community in Rancho Mirage. Homes surrounding lakes and, with the towering mountains in the background, breathtaking views. Beautiful, but sterile. Residents ventured outside only to walk their dogs. Cars were seen every once and awhile. Quite the contrast.
These visits contrast lives. And, in telling them, I found the vision I’d like to share. In so doing, I reference Pope Francis’s vision of a church of the poor for the poor, a church which goes out to the peripheries. This can cause certain anxiety and discomfort but the call to follow Jesus is to enter into “dislocating experiences” where we are not quite “at home” or settled.
My vision is captured in my priorities:
As I mentioned the weekend last month when I gave my offertory homily, I am very pleased to be here as your pastor. You have warmly welcomed me and I feel very much at home. As we journey together with God’s grace, let us be patient but bold! Let us be Jesuit Strong.
Father Robert Fambrini
Desde mi llegada aquí a St. Francis Xavier, hace casi cuatro meses, me han pedido que comparta una visión mientras continúo en mi papel de pastor y para nosotros como comunidad.
Un par de visitas que hice en mayo durante mi año sabático me ayudaron a concentrar mis pensamientos. Pasé una semana en el Valle de Bravo en el estado de México con ex feligreses que tienen una casa allí y una familia extensa. Valle de Bravo es su típico pueblo mexicano: mucho ruido, actividad, bullicio, encanto, arena y mugre. Pero lo más importante, la gente. Gente en todas partes y en todo momento: conducir, caminar, barrer, comer, conversar. En una palabra: ¡vivo!
Unos días después, visité a un buen amigo en una hermosa comunidad cerrada en Rancho Mirage. Casas que rodean lagos y, con las imponentes montañas al fondo, impresionantes vistas. Hermosa pero estéril. Los residentes se aventuraron afuera solo para pasear a sus perros. Se veían autos de vez en cuando. Todo el contraste.
Estas visitas contrastan vidas. Y, al contarles, encontré la visión que me gustaría compartir. Al hacerlo, me refiero a la visión del Papa Francisco de una iglesia de los pobres para los pobres, una iglesia que sale a las periferias. Esto puede causar cierta ansiedad e incomodidad, pero el llamado a seguir a Jesús es entrar en "experiencias dislocadoras" en las que no estamos "en casa" o instalados.
Mi visión está capturada en mis prioridades:
Como mencioné el fin de semana del mes pasado cuando di mi homilía ofertoria, estoy muy contento de estar aquí como su pastor. Me han dado una cálida bienvenida y me siento como en casa. ¡Mientras viajamos juntos con la gracia de Dios, seamos pacientes pero valientes! Seamos jesuitas fuertes.
Father Robert Fambrini
BACK TO LIST