Why does the Church insist on so much documentation – for baptisms, marriage, confirmation, etc?

by Fr. George Teodoro, S.J.  |  05/07/2023  |  Why do we do that?

In the early years of the Church, when Christianity was being persecuted, few official records were kept, because a list of the baptized could be used to hunt down and arrest believers. Beginning in the Middle Ages, however, there came a desire by both governments and Church officials to keep track of baptisms, marriage, and other sacraments. In that era, often one of the only literate persons in a town or village was the parish priest, and he became the de facto record keeper and legal arbiter for all sorts of transactions. Baptismal records not only showed the names of the faithful and their eligibility for future sacraments, but could be used to check for consanguinity (interrelatedness of engaged couples), eligibility for marriage, inheritance of property and titles, and eligibility for ordination. Long before there were census bureaus or departments of licensing, Church records allowed for the governance of both Catholic and secular affairs.

This tradition remains unbroken even to this day. By canon law, baptismal records are still hand-written and kept in fire-proof safes, so that even if catastrophe should strike, the records will be safe. All future sacraments are reported back to the parish where baptism occurred, so that confirmations, marriages, ordinations, etc., are all recorded in one place. Many people doing genealogical research have been able to trace their ancestry back hundreds of years due to these records.

In our modern society, where everything is digital and responses are instantaneous, this system may seem antiquated or even burdensome, but it has served the Church well for over 1500 years. Sacramental records serve not only the needs of people today, but the Church of future generations as well. It ensures that the requirements of sacraments are met, but also ensures a future legacy for all those baptized, confirmed, married, or receiving first communion in the Church.

¿Por qué la Iglesia insiste en tanta documentación – para bautizos, matrimonio, confirmación, etc.?

En los primeros años de la Iglesia, cuando se perseguía al cristianismo, se llevaban pocos registros oficiales, porque una lista de los bautizados podía usarse para perseguir y arrestar a los creyentes. Sin embargo, a partir de la Edad Media, tanto los gobiernos como los funcionarios de la Iglesia desearon llevar un registro de los bautismos, el matrimonio y otros sacramentos. En esa época, a menudo una de las únicas personas alfabetizadas en un pueblo o aldea era el párroco, y se convirtió de facto en el encargado de los registros y árbitro legal de todo tipo de transacciones. Los registros bautismales no solo mostraban los nombres de los fieles y su elegibilidad para futuros sacramentos, sino que también podían usarse para verificar la consanguinidad (interrelación de las parejas comprometidas), elegibilidad para el matrimonio, herencia de propiedad y títulos, y elegibilidad para la ordenación. Mucho antes de que existieran las oficinas del censo o los departamentos de concesión de licencias, los registros de la Iglesia permitían el gobierno de los asuntos tanto católicos como seculares.

Esta tradición se mantiene intacta hasta el día de hoy. Según la ley canónica, los registros bautismales todavía se escriben a mano y se guardan en cajas fuertes a prueba de fuego, de modo que incluso si ocurriera una catástrofe, los registros estarán seguros. Todos los sacramentos futuros se informan a la parroquia donde ocurrió el bautismo, de modo que las confirmaciones, matrimonios, ordenaciones, etc., se registren en un solo lugar. Muchas personas que realizan investigaciones genealógicas han podido rastrear su ascendencia hace cientos de años gracias a estos registros.

En nuestra sociedad moderna, donde todo es digital y las respuestas son instantáneas, este sistema puede parecer anticuado o incluso oneroso, pero ha servido bien a la Iglesia durante más de 1500 años. Los registros sacramentales sirven no solo a las necesidades de las personas de hoy, sino también a las de la Iglesia de las generaciones futuras. Asegura que se cumplan los requisitos de los sacramentos, pero también asegura un legado futuro para todos los bautizados, confirmados, casados o que reciben la primera comunión en la Iglesia.

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