Why do we do “Catholic calisthenics?” That is, why do we stand, sit, or kneel for various parts of the Mass?

by Fr. George Teodoro, S.J.  |  06/04/2023  |  Why do we do that?

From ancient times, it has been recognized that our posture and affect the way we think and pray. Hindu mystics use the lotus position to enhance their meditations, while faithful Muslims prostrate themselves on prayer mats to signify their submission to God. In the Catholic tradition, we too use postures to both symbolize our relationship to God as well as reinforce our prayers as individuals and as a congregation.

Standing, for instance, is a sign of honor and respect. We stand when someone important like the president or a judge comes in. We stand when we want to show respect to something such as when we stand for the national anthem or for a moment of silence for the victims of a tragedy. Similarly, when we stand at key times of the mass – such as the opening procession, the proclamation of the Gospel, or the beginning of the Eucharistic prayer, we are showing our honor and respect for the rites that are about to happen. Likewise, kneeling is a sign of reverence. In the Medieval era, people knelt before their lords – kings, queens, emperors, etc. If one kneels for a king, then how much more so should we kneel in the presence of our true Lord and savior?

Moreover, postures in our body can create attitudes in our minds. Standing at attention really does make us more attentive; and kneeling in reverence really can make us more reverent. We are bodily creatures and by training our bodies in certain postures, we help place our minds and spirits in the right frame for prayer and sacrament.

One last note: of these various postures, sitting is the odd one out. For much of church history, many cathedrals and churches didn’t have chairs. People would stand or kneel through entire liturgies, while seats were reserved for a select few. In many Eastern rite churches, this is still the case. So let us be grateful for the “modern” invention of pews!

P. ¿Por qué hacemos “calistenia católica”? Es decir, ¿por qué nos paramos, sentamos o arrodillamos en varias partes de la Misa?

Desde la antigüedad, se ha reconocido que nuestra postura y afectan la forma en que pensamos y oramos. Los místicos hindúes usan la posición del loto para realzar sus meditaciones, mientras que los musulmanes fieles se postran sobre alfombras de oración para indicar su sumisión a Dios. En la tradición católica, nosotros también usamos posturas tanto para simbolizar nuestra relación con Dios como para reforzar nuestras oraciones como individuos y como congregación.

Estar de pie, por ejemplo, es un signo de honor y respeto. Nos ponemos de pie cuando entra alguien importante como el presidente o un juez. Nos ponemos de pie cuando queremos mostrar respeto a algo como cuando nos ponemos de pie para el himno nacional o para un momento de silencio por las víctimas de una tragedia. De manera similar, cuando nos paramos en los momentos clave de la misa, como la procesión de apertura, la proclamación del Evangelio o el comienzo de la oración eucarística, estamos mostrando nuestro honor y respeto por los ritos que están por realizarse. Asimismo, arrodillarse es un signo de reverencia. En la era medieval, la gente se arrodillaba ante sus señores: reyes, reinas, emperadores, etc. Si uno se arrodilla ante un rey, ¿cuánto más debemos arrodillarnos ante la presencia de nuestro verdadero Señor y salvador?

Además, las posturas de nuestro cuerpo pueden crear actitudes en nuestra mente. Estar atentos realmente nos hace más atentos; y arrodillarnos en reverencia realmente puede hacernos más reverentes. Somos criaturas corporales y al entrenar nuestros cuerpos en ciertas posturas, ayudamos a colocar nuestras mentes y espíritus en el marco adecuado para la oración y la Santa Cena.

Una última nota: de estas diversas posturas, sentarse es la extraña. Durante gran parte de la historia de la iglesia, muchas catedrales e iglesias no tenían sillas. La gente se ponía de pie o se arrodillaba durante liturgias enteras, mientras que los asientos estaban reservados para unos pocos elegidos. En muchas iglesias de rito oriental, este sigue siendo el caso. ¡Así que estemos agradecidos por la invención “moderna” de los bancos!

BACK TO LIST BACK