What Do You Want?
by Tom Schmidt | 02/04/2024 | Gospel ReflectionJesus was starting to become very popular, at least with the ordinary people. They had seen how he had cured the sick and cast out demons. The gospel has one unusual sentence about those demons: Jesus did not let them speak “because they knew who he was.” (Mk 1:34) Apparently, the demons would have identified him as the Son of God. Jesus knew the people would not understand this and try to proclaim him as their king. Jesus had no intention of living as a worldly king, in comfort and riches. In fact, he came to free people from needing wealth and power.
Popularity and wealth do not interest St. Paul, either. When he preaches the gospel, the good news of Christ’s resurrection (and ours), he needs no other recompense. (1 Cor 9:18) All he wants is to share eternal life. He specifically refuses to be paid for his preaching, to show that he will be rewarded by Christ.
So what do you hope for; what is your goal in life? Do you only feel secure when you have saved enough money and invested it wisely? Do you need other people to make you happy? Or at least a few hundred Facebook friends? Or are you like Job in the first reading: having no hope of escaping a life of drudgery? He eventually found that only by trusting God can anyone be happy, even when things go wrong.
We can follow Paul’s example of love for all people no matter who they are. Paul’s love was not to make others like him. He genuinely wanted to bring the good news to them: by his love for them, Paul showed that God loves them even more. He knew the gospel requires a change of heart, so his love for others helped them to be more open to change. Let us ask the Lord to fill us with his love, so that we can help each other to hear the good news.
Quinto Domingo del Tiempo Ordinario ¿Qué deseas?
Jesús se estaba volviendo muy popular, al menos entre la gente común. Habían visto cómo curaba a los enfermos y expulsaba demonios. El evangelio tiene una frase inusual sobre esos demonios: Jesús no les dejó hablar “porque sabían quién era él”. (Mc 1,34) Al parecer, los demonios lo habrían identificado como el Hijo de Dios. Jesús sabía que la gente no entendería esto y trataría de proclamarlo como su rey. Jesús no tenía ninguna intención de vivir como un rey mundano, en comodidades y riquezas. De hecho, vino para liberar a la gente de la necesidad de riqueza y poder.
La popularidad y la riqueza tampoco interesan a San Pablo. Cuando predica el evangelio, la buena nueva de la resurrección de Cristo (y la nuestra), no necesita otra recompensa. (1 Cor 9:18) Lo único que quiere es compartir la vida eterna. Se niega específicamente a que le paguen por su predicación, para demostrar que será recompensado por Cristo.
Entonces, ¿qué esperas? ¿Cuál es tu objetivo en la vida? ¿Te sientes seguro solo cuando has ahorrado suficiente dinero y lo hayas invertido sabiamente? ¿Necesitas que otras personas te hagan feliz? ¿O al menos unos cientos de amigos en el Facebook? ¿O eres como Job en la primera lectura: sin esperanza de escapar de una vida monótona? Finalmente descubrió que sólo confiando en Dios uno puede ser feliz, incluso cuando las cosas van mal.
Podemos seguir el ejemplo de Pablo de amar a todas las personas, sin importar quiénes sean. El amor de Pablo no era hacer que otros fueran como él. Realmente quería llevarles la buena nueva: con su amor por ellos, Pablo demostró que Dios los ama aún más. Sabía que el evangelio requiere un cambio de corazón y su amor por los demás los ayudó a estar más abiertos al cambio. Pidamos al Señor que nos llene de su amor, para que podamos ayudarnos unos a otros a escuchar la buena nueva.
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